lunes, 24 de diciembre de 2018

Pantallas, pantallas...y más pantallas

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que casi nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre.

Carl Sagan


Después de haber visto uno de los anuncios del año, suscita una reflexión sobre un tema que creemos dominar, pero que suele convertirse en titiritero de nuestros actos sin apenas haber caído en la cuenta de ello: el tiempo que pasamos frente a una pantalla.

Comparto el vídeo para invitaros a la reflexión:


No puedo estar seguro del tiempo que nos quedará a cada uno de nosotros con nuestros seres queridos, pero lo que sí es una certeza es que pasamos demasiado tiempo enviándonos mensajes, colgando información en las redes y disfrutando del contenido online.

No es que esté mal, de hecho, es necesario conocer los avances tecnológicos para poder usarlos adecuadamente. Estamos inmersos en una sociedad que progresa demasiado deprisa, y eso supone que lo que vale hoy, es probable que el año que viene se haya quedado obsoleto.

Pero, ¿es adecuado exponer a nuestros alumnos e hijos desde edades tempranas a dicha tecnología? Las evidencias demuestran que no.

La investigadora y divulgadora Catherine L' Ecuyer argumenta que el niño se vuelve un sujeto pasivo ante las pantallas, dado que los estímulos que producen los elementos audiovisuales superan los del propio sujeto. Esto provoca que, en el momento en el que no están ante la pantalla, todo le aburre porque le parecen estímulos demasiado lentos.

Además, estos dispositivos son muy adictivos, y pueden provocar también desatención, impulsividad o disminución en el vocabulario. Por tanto, la autora, citando a la Asociación Pediátrica Canadiense, recomiendan que hasta los 2 años no haya exposición a este tipo de dispositivos, y desde los 2 hasta los 5 se pueda ir añadiendo de forma gradual, pero nunca más de una hora al día.

Para los más mayores, cuando están introduciéndose en el uso de las redes sociales y las tecnologías, habría que acompañarles en su proceso de uso, porque aunque parezca que "controlan", porque van más rápido que sus padres, luego no se paran a pensar lo que suben a las redes y las consecuencias que ello conlleva.

Para ello, recomiendo los consejos del psicólogo Marc Masip, en los que defiende la importancia, entre otras cosas, de vivir el momento: la puesta de sol, el plato en el restaurante, reunión con amigos, antes de que se haya pasado porque estabas haciendo una foto o un vídeo para compartirlo en las redes:



Aprovechemos para VIVIR con las personas, a DESCUBRIR las novedades y la belleza que hay en esta vida, a ASOMBRARNOS con lo cotidiano, a DARLE VALOR a las relaciones personales, más que a las pantallas. Por supuesto, hay que estar dispuesto a EDUCAR en ello desde el principio, padres y maestros en la tarea conjunta de educar personas con sensibilidad y con capacidad de gestionar unas emociones que viven actualmente una época de descoloque importante.

Para saber más:



sábado, 17 de noviembre de 2018

Aprendizaje vs Desempeño

No hay que empezar siempre por la noción primera de las cosas que se estudian, sino por aquello que puede facilitar el aprendizaje
Aristóteles

Una parte fundamental de nuestro aprendizaje está basada en el desempeño de tareas, en lo que solemos llamar como "parte práctica". En las carreras, suele ser nuestra asignatura favorita, porque entramos en contacto directo con lo que se supone que haremos en el futuro: prácticas docentes en la carrera de Educación; prácticas en el Hospital, en el área de la Medicina; en un despacho de abogados en el ámbito del Derecho, etc.

De hecho, uno de los modelos que más suenan entre las denominadas metodologías activas es el aprendizaje basado en la experiencia. Este, aunque parezca innovador, en realidad existe desde que el ser humano comenzó a ser Sapiens, o incluso antes. Los propios animales aprenden de la experiencia, y gracias a ella sobreviven. Sin embargo, los seres humanos estamos capacitados con algo más, que nos aporta una diferencia sustancial con los animales: la reflexión.

Así, se pone de moda una teoría del aprendizaje experiencial que data del año 1984, y que formula el teórico de la educación David Kolb. El aprendizaje experiencial, dice Kolb, se produce a través de círculos progresivos, tal y como se indica en la imagen: la práctica se secunda por una reflexión, lo que permite realizar una aplicación real posterior cada vez más fundamentada y contrastada.



Torres, J. (2012)*, junto con el equipo de profesionales que diseñaron el plan de Prácticas del Grado en Educación Primaria e Infantil en la Universidad Pontificia Comillas que daría comienzo en el curso 2007-2008, afirma que, para la creación del nuevo plan de Prácticas partían de la base de que la experiencia sola no iba a conducir al aprendizaje, sino que necesitaba de una reflexión sobre las experiencias para la consecución de un aprendizaje con mayor significatividad.

Así lo explica también el escritor y orador Eduardo Briceño en su intervención en las TED Talks en Manhattan. Los ejemplos que escoge, tanto del filósofo Demóstenes, que practicaba sus charlas con piedras en la boca, como las revisiones que realiza Beyoncé después de todos sus conciertos para ponerlas en práctica en sus siguientes actuaciones, demuestran que la zona de aprendizaje (como él la denomina) debe estar en conexión con la zona de desempeño (o práctica experiencial), para que el aprendizaje sea total.



*Torre, J.C. (coord.) (2012). Educación y nuevas sociedades. La formación inicial del profesorado de Infantil y Primaria. Madrid: Universidad Pontificia Comillas.

lunes, 7 de mayo de 2018

La educación, ¿medio o fin?

La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.

Nelson Mandela


¿Medio o fin? depende del contexto y de quién lo diga, pero sobre todo depende de la razón de ser de cada uno. Hoy dedico unas líneas algo filosóficas al sentido de la educación.

En países menos desarrollados, la persona que logra una educación de 'calidad' tiene mayor libertad en su vida. Tendrá más opciones de conseguir trabajos y no será engañado por un sistema basado muchas veces en el engaño y la corrupción. De forma parecida ocurría en la Edad Media: un pueblo analfabeto era fácilmente manejado por la gente que poseía el conocimiento, en ese momento nobleza y, sobre todo, el clero.

La educación nos hace libres.

La educación iguala...o desiguala. La clave está en si se ha recibido una buena educación, una mediocre, o ni siquiera se ha recibido.

Quizá sea una de las reflexiones que sigo dando vueltas tras el pasado verano en el Chad. Ha pasado casi un año y todavía siguen sucediéndose las historias y los momentos en mi cabeza cuando tengo la suerte de parar y respirar. Además, el mes pasado me entrevistaron en Radio Ecca sobre la experiencia vivida y sobre lo que había supuesto para mi día a día en el aula mi colaboración en órganos educativos en este país de locura.

Por último, la educación humaniza.

¿Acaso no somos ya humanos? Bueno, sí. Pero, ¿no llamamos "animales" a los maleducados? A aquellas personas que realizan "salvajadas"... Incluso, la propia RAE recoge una acepción de "maleducado" como "incivil", es decir, una persona que no está civilizada.

Educar es un proceso que implica a la persona en su integridad, que la define, que la rescata de la opresión, de la esclavitud y del salvajismo.


Así lo expresa también la profesora de la Universidad de Stanford, Carol Dweck, que se plantea la manera en la que deberían aprender los alumnos y culmina con la necesidad de educar para crear una sociedad más igualitaria:


Para saber más:




jueves, 15 de febrero de 2018

¡Emociónate!

Solo una cosa es más dolorosa que aprender de la experiencia, y es, no aprender de la experiencia
Laurence J. Peter

Sabemos más.
Las investigaciones, las publicaciones, la experiencia... Todo ello hace que se sepa más sobre la educación y los métodos que hacen que el alumno aprenda de manera más profunda y real.

¿Por qué seguimos empeñados en quedarnos estancados?

Las indagaciones en el campo neuroeducativo, en las que se estudia el comportamiento del cerebro (órgano principal que interviene en el aprendizaje) en el ámbito educativo, resalta que el aprendizaje es claramente más significativo en el momento en el que intervienen las emociones. Para bien y para mal.

Esta circunstancia puede hacer que un alumno quede atascado en un concepto o incluso en una asignatura concreta, si el docente le produce rechazo o cada vez que lo intenta, le humilla.

Por otro lado, es posible generar interés, e incluso lograr un aprendizaje duradero y eficaz, si el maestro transmite contenidos o propone proyectos de trabajo que emocionen y satisfagan la curiosidad del alumno. Pero no ya solamente conseguir la motivación del alumnado mediante actividades y propuestas interesantes, sino que deben entrar en juego los sentimientos, la conexión emocional entre el profesor y los alumnos.

La relación existente entre el profesor y el alumno es fundamental para el propio proceso de aprendizaje. Múltiples estudios señalan que la incidencia de dicha relación tiene un impacto directo en el rendimiento del alumno.

Los filósofos clásicos ya intuían la importancia que tenía en el aprendizaje la relación del maestro con su aprendiz. No en vano, el propio Platón basa su obra en Diálogos que tiene el alumno con su maestro, a través de los cuales trata de alcanzar el conocimiento.

Por tanto, podríamos aprovechar esta relación para provocar la curiosidad en el alumno, para Educar en el Asombro, como indica la canadiense Catherine L'Ecuyer en su bestseller educativo. Se trata de fomentar el aprendizaje por descubrimiento, de que los alumnos conecten con sus propios gustos y de tratar de presentarles el aprendizaje como algo útil. La emoción tiene un papel fundamental en el aprendizaje.

Así nos lo muestra el Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Mora en esta entrevista, donde muestra cómo funciona el engranaje de nuestro cerebro e indica cuál podría ser el papel del docente en el proceso de aprendizaje:





Para saber más:

-Educación 3.0 Francisco Mora
-Ibarrola, B. (2015). Aprendizaje Emocionante. Neurociencia para el aula. Madrid: Biblioteca Innovación Educativa. SM
-L'Ecuyer, C. (2012). Educar en el Asombro. Barcelona: Plataforma Editorial.
-Morales, P. (1998). La relación profesor-alumno en el aula. Madrid: PPC