jueves, 26 de enero de 2017

¿Eres perfecto?

Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito
Napoleón

La personalidad anancástica o síndrome del perfeccionista es un rasgo de la personalidad caracterizado por una obsesión por el perfeccionismo y el orden. Este trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad obliga al sujeto a realizar sus tareas sin errores, y, por tanto, imposibilita la flexibilidad, la apertura e incluso, aunque parezca mentira, la eficacia.


Aunque existen personas como yo que nos gusta hacer las cosas bien y hay gente que puede presentar rasgos perfeccionistas, no todo aquel que se identifique con la necesidad de la correcta realización de cada uno de sus cometidos padece este síndrome. Estas serían las características principales para distinguir a la persona anancástica:


1. Perfeccionismo y minuciosidad
2. Hiperresponsabilidad
3. Tendencia al control y la previsión
4. Sentido exacerbado de la justicia
5. Hiperexigencia consigo y con los demás
6. Exagerada atención al qué dirán o pensarán los demás respecto a sí
7. Radicalidad, casi todo es blanco o negro, hay pocos grises en la vida
8. Anticipación ideativa con tendencia a la negatividad
9. Fácil frustración, vivenciando antes lo que falta por hacer que lo ya hecho

El afectado sufre un desgaste importante y puede derivar en el desarrollo de trastornos de ansiedad, depresivos o incluso afectivos.

Y es que cada vez cuesta más darse cuenta de la importancia de la equivocación. Me considero un defensor férreo del Errorismo. Si un experimento sale tal y como se había planteado, es una satisfacción, pero no se ha podido aprender nada. Fernando Polo, director de la agencia Territorio Creativo, especializada en transformación digital, afirma sobre el error: "El error es un mecanismo necesario y obligatorio en los entornos profesionales del siglo XXI, está en boga, somos incluso fans. Es seguro que fallarás así que mejor hacerlo cuanto antes y así saldrá más barato".

El mismo Thomas Edison argumenta la necesidad del error tras la pregunta de un periodista en la que le recordaba los casi mil fallos que tuvo antes de dar con el invento revolucionario del filamento de tungsteno: "No fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla".






Para saber más:


García-Villamisar, Domingo & Álvarez Romero, M. (2007). El síndrome del perfeccionista: el anancástico. Almuzara.



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