sábado, 14 de diciembre de 2013

¿Qué hago con este niño?

Hay quien piensa que las respuestas que debe dar el maestro ante las conductas disruptivas en el aula deben ser siempre las mismas, es decir, que hay que seguir el mismo proceso ante cualquier alumno que se porta mal en clase porque debemos tratar a todos de la misma manera.

En esta lucha por la igualdad que, en ocasiones, desvirtuamos, tenemos que ser conscientes del fundamento de la igualdad: todos, por ser personas, tenemos los mismos derechos y deberes. Pero no somos iguales. Un alumno que día tras día interrumpe las explicaciones con ruidos, puede que simplemente se aburra o puede que tenga una situación familiar enrevesada y necesita la atención que no recibe en casa. La situación de este alumno particular no es igual que la de su compañero de al lado, por tanto, nuestra respuesta no debe ser la misma.

Imagen realizada por Ignacio Tuset
Entonces, ¿cuáles son los factores a tener en cuenta a la hora de dar una respuesta ante conductas inadecuadas?
  1. Contexto familiar. Probablemente el contexto más importante a tener en cuenta, ya que la familia es el círculo de relación más cercano de cualquier persona, y los niños necesitan atención y cariño. Es evidente afirmar que un niño de una familia desestructurada no va a tener las mismas respuestas a los estímulos que les proporcionamos que un alumno con una familia nuclear.
  2. Contexto sociocultural. La procedencia del alumno, el entorno cultural y la situación socioeconómica en la que vive es también otro factor importante a tener en cuenta por el docente.
  3. Contexto intra-interpersonal. Es decir, la capacidad del alumno de interactuar con los demás y de relacionarse (interpersonal) y el autoconocimiento de sí mismo y la capacidad de controlar emociones (intrapersonal). No es lo mismo llamar la atención en público a un alumno introvertido que a uno sociable y abierto.
  4. Contexto histórico. ¿Es la primera vez que el alumno tiene estas respuestas o es la tónica habitual del niño? Puede que si nunca haya tenido una conducta disruptiva y ahora comienza a llamar la atención sea causado por una circunstancia concreta con un compañero, o por una situación familiar que ha cambiado en los últimos días... Por otro lado, si el alumno tiene por costumbre responder de esta manera ante los estímulos del maestro o de cualquier persona, probablemente sea necesario recurrir al departamento de orientación para solicitar ayuda.

Por tanto, la primera conclusión que se entresaca de este análisis de los factores presentes en los alumnos, es que nuestra respuesta tiene que estar condicionada por la situación particular del niño. Esto no significa que haya que tratar al alumno con menos capacidad de "pobrecito", ni que haya que dejar de pegar un grito a un alumno que pretende molestar a un compañero; sino que es importante pensar en su particularidad antes de actuar.

Imagen realizada por Ignacio Tuset

Nuestra arma más poderosa en este sentido es la capacidad de conectar con ellos emocionalmente. Para eso es fundamental hacer el esfuerzo de conocerles, de preguntarles por el día, de mostrar un interés real por las cosas que les gustan, etc. Consistiría básicamente en mantener una actitud empática, cercana y abierta. Todo ello, sin perder la distancia alumno-profesor, imprescindible para educar en cualquier situación de la vida. De esta manera, el alumno respetará y asumirá las decisiones que tome el docente, ya que será una persona admirable y a la que no querrá decepcionar.