jueves, 18 de octubre de 2012

Luces y sombras

Este mundo en el que vivimos está repleto de luces y sombras. Gente extraordinaria que destaca por su entereza, su entrega, su extrema bondad... Existen estos focos de luz por la cantidad de oscuridad que, por desgracia, inunda el planeta.

Una de estas luces, víctima de injusticia social en Pakistán fue Iqbal, cuya historia relaté en una entrada anterior.

Leyendo la prensa esta semana, he encontrado un caso similar al de este niño defensor de la educación para todos: el caso de Malala. Esta niña de 14 años (también pakistaní) fue tiroteada el pasado martes 9 de octubre por defender el derecho de las mujeres de asistir a la escuela. Tuvo que ser intervenida en el hospital tras el impacto de dos balas. La operación salió bien, pero continúa en estado grave.
El régimen talibán prohíbe la educación a las niñas del valle del Swat en el año 2009. Malala, de entonces 11 años, comienza a relatar sus vivencias en un blog de la BBC (el blog está traducido al inglés) para que el mundo pudiera conocer la situación de injusticia en la que vivía.

El 14 de enero de 2009, un día antes del ultimátum para cerrar las escuelas, Malala escribió: "El director anunció las vacaciones, pero no mencionó la fecha en que la escuela volverá a abrir. Como hoy era el último día de nuestra escuela, decidimos jugar en el patio un poco más".

La valentía que tuvo para narrar su experiencia le valió para ser galardonada con el primer Premio Nacional de Paz para jóvenes en su país.

Este es un caso concreto que se repite, desafortunadamente, en muchos otros lugares del mundo. En  Afganistán, con un régimen parecido al de Pakistán, volaron por los aires esta semana pasada un instituto de niñas. Hubo suerte al no haber nadie dentro en aquel momento.

La religión musulmana no prohíbe la educación a las mujeres, solamente el fanatismo llevado a un extremo   incomprensible tendría el "valor" de defender una   atrocidad semejante.
Una religión que prohibiera la educación estaría condenada al sectarismo y a su más que inminente autodestrucción

No deja de asombrarme cómo hay niñas dispuestas a todo, conscientes de la realidad que les rodea y desafiando a la sociedad que les ha tocado vivir con el propósito de ejercer su derecho a ser educada.


Mientras que en los países occidentales los alumnos están deseando que llegue la hora de recoger para irse a sus casas, mirando la hora continuamente y pactando secretamente un concurso de bostezos, en otros sitios los niños o las niñas luchan por ese derecho a la educación.

Nuestro reto es hacer llegar a los alumnos la importancia y la necesidad de la educación, que se sientan verdaderos privilegiados ya que en nuestro mundo aún quedan muchos casos como el de Malala.