domingo, 22 de julio de 2012

¿Para qué sirve...?

¿Para qué me va a servir aprender a hacer una raíz cuadrada? ¿Por qué tengo que aprender que la pirita es un mineral? ¿De qué me sirve saber que Felipe II fue un rey español del siglo XVI?...

¿Para qué me sirve a mí esto, profe?

Es una de las típicas preguntas que a todo maestro le han preguntado en clase alguna vez.
Incluso seguramente lo hayamos experimentado cada uno de nosotros cuando fuimos estudiantes.

Si bien es cierto que hay conceptos, teorías, métodos que se aprenden meramente para ejercitar el cerebro, puesto que está demostrado que trabajar la memoria o la lógica incrementa la actividad cerebral; considero fundamental hacer comprender a los alumnos la relevancia de lo que aprenden.

Esto es importante ya que si los niños no entienden el porqué de dicho aprendizaje, no tendrán predisposición a aprender, no habrá interés. Llegados a este punto, el maestro podrá explicar lo más maravilloso del mundo, los alumnos no le atenderán.

¿El secreto? Interesarse por los gustos de los alumnos, por lo que ya conocen, de tal manera que lo nuevo que vayan a aprender tenga sentido en su cabeza. Si el alumno acostumbra a jugar a videojuegos, a ver ciertas series de televisión, películas, leer un tipo determinado de libros, cómics, se interesa por el deporte, la música... Entonces el buen maestro debería ingeniárselas para ligar el nuevo conocimiento con todos estos campos, para que el aprendizaje cobre sentido para el alumno.

Otra forma de hacer cercano el conocimiento a los niños es a través de experimentos o experiencias de la vida cotidiana. Pregunta al alumno qué hizo el fin de semana y a partir de dicha información inventa un problema, una situación, un diálogo. Estamos educando para que los alumnos sean futuros ciudadanos, personas con capacidad de pensar con conciencia. Es necesario partir de la realidad existente, la vida que están viviendo, y que se cuestionen la realidad. El conocimiento está ahí, los maestros simplemente somos los encargados de facilitarles el acceso a ese conocimiento.

El profesor Thackeray en "Rebelión en las aulas" motiva a sus alumnos a aprender acercándose a ellos, comprendiendo que sus intereses no son la geografía, o las matemáticas, sino la moda y la música, por lo que consigue atraer la atención de la clase ligando el aprendizaje con los gustos de los alumnos.